Nombre de un personaje ficticio creado por el escritor escocés
James Matthew Barrie (1860 - 1937); para una obra de teatro llevada a cabo en
1904.
Peter es representado como un niño pequeño que rehúsa crecer y
que convive con otros niños de su misma edad.
En 1983, el psicólogo Dan Kiley publica su libro: “El síndrome de Peter Pan”; el hombre
que nunca crece.
Describe un individuo, que representa a la mayoría de jóvenes
maduros de hoy.
Un Peter Pan se define por su incapacidad de asumir
responsabilidades, sobre todo las emocionales, por miedo a perder su libertad.
Libertad que pierden, ya que quedan estancados, de algún modo, en la
dependencia.
Estudiados por el Psicólogo Joaquín Rocha especialista en
Educación nos dice: El acrecentamiento
del culto a la juventud a través de la moda, los gimnasios, las cirugías
plásticas se ha convertido en uno de los tantos caminos para tornan a la
juventud en un don eterno.
La familia, hoy, es híper-protectora y permisiva con sus hijos,
no fijan límites, provocando que los jóvenes se desarrollen sin un sentido o
motivación para sus vidas y con una ausencia casi total de responsabilidad.
Un gran número de personas, de 25 a 60 años o más, son
incapaces de cuidar y de proteger a alguien, nunca han podido abandonar el rol
de hijos, por lo cual, jamás llegaron a ser buenos padres.
En este desfasaje psicopatológico entre su edad cronológica y su
madurez afectiva, muestran una total insatisfacción frente al mundo que los
rodea, baja tolerancia a la frustración, no pudiendo asumir su rol de adultos.
Tienen un deseo enorme de que los demás cubran sus necesidades,
que les den lo que piden, de lo contrario, se irritan.
Sus actitudes se centran más en recibir, pedir y criticar que en
dar, querer o hacer.
Viven escondiéndose detrás de fachadas y excusas; disimulan su
incapacidad de madurar con pasatiempos, negocios fantásticos y grandes
proyectos imposibles o difíciles de concretar.
Por otro lado, siempre dependen del “nido infantil” que los
afecta, ciertamente, en su autoestima y autovaloración.
El síndrome se puede presentar tanto por abandono como por
exceso de protección, porque la sobreprotección es también una carencia: una
falta de contacto con las necesidades verdaderas de los hijos, ya que el adulto
se centra más en su necesidad de protege, como han crecido en una familia que
les ha dado todo, “tienen derecho a pedir lo que quieran.
Culpan y hacen responsables a los demás de sus propias
deficiencias.
Ésta es la razón que no les permite darse cuenta de que padecen
un problema.
Selección: Arnoldo
Gualino
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