Pintora y Poetisa argentina
Nacida en El Trébol, provincia de Santa Fe, en 1898.
Luego su familia se trasladó a Rosario, donde fue becada por el
diario Patria degli Italiani para estudiar dibujo y pintura en la Academia
Doménico Morelli, de Mateo Casella. En 1912 realizó un envío al Petit Salón organizado en Rosario, en la Casa Blanca de Casildo De Souza, junto con artistas como César Caggiano y Alfredo Guido.
En 1915 envía su obra al V Salón Nacional de Bellas Artes de Buenos Aires obteniendo el Premio Estímulo por el pastel Ensueño. Desde entonces participó activamente en dicho salón y en el de Otoño de Rosario. Durante a década del ´20 se radicó en Buenos Aires.
Inicialmente, su pintura se caracterizó por cierta filiación con el simbolismo, en especial con el estilo de Eugene Carriere (Pintor y litógrafo simbolista francés, 1849 -1906).
Esa concepción simbolista del arte, constituyó una derivación del Romanticismo, la cual se advierte en una actitud contemplativa y melancólica por parte de los artistas. Emilia Bertolé recurrió a atmósferas densas, sobre todo en los pasteles, fundiendo los contornos de las figuras con el fondo, este en muchas obras aparece decorado con motivos modernistas.
Utilizó una composición tradicional, potenciada por una iluminación más sugestiva que descriptiva. Las figuras parecen emerger de las profundidades del cuadro, logra crear una atmósfera que recuerda el modernismo francés de fines de siglo XIX, siendo la profundidad de la mirada y la expresividad de las manos detalles que identificaron toda su obra.
Un procedimiento con toques de pincel le permitió crear efectos más decorativos que lumínicos.
Durante la década de ´20, Emilia es una pintora de moda entre los círculos burgueses y goza de intensa vida social y laboral; su nombre aparece en las revistas de la época.
Es delgada y elegante, de lindas facciones, un rostro pálido, mirada penetrante; siempre fueron alabadas sus delicadas manos
Se le planteó un conflicto con su obra, la desazón de no poder contar con tiempo para pintar libremente, puesto que con los constantes encargos del retrato; concluidos a desgano, mantenía a su familia.
El retrato gozaba de un culto social de autoglorificación; el sector aristocrático de la sociedad buscaba exclusividad en el artista y perpetuar una posición de admiración en el retratado.
Esas cualidades, más la expresiva y profunda captación psicológica y solemne del retratado eran las virtudes que la destacaban.
Se consagró primordialmente a la pintura de retratos, mientras residía en Buenos Aires le fueron encargados en abundancia; entre ellos, se destacan los encargados por el presidente Hipólito Irigoyen en 1923, uno de los cuales integra hoy la colección del Museo Histórico Nacional.
Entre sus amistades, Alfonsina Storni, Horacio Quiroga, Alfredo Bufano
Entre otras actividades realizadas, en 1925 intervino como jurado en el Salón de Otoño junto con Alfredo Guido y Emilio Ortiz Grognet, integrante de la CMBA.
A la par de su trabajo como pintora desarrolló su vocación por la escritura, publicando en 1927 su único libro de poesías titulado Espejo en sombras. Integró tanto la élite literaria que se reunía en el Café Tortoni de Buenos Aires como el "Grupo Anaconda", presidido por Horacio Quiroga.
Con la Revolución del ´30, su carrera se vio afectada, ya que los encargos mermaron. Por ello, debió realizar otro tipo de actividades. Colaboró con ilustraciones para el diario La Capital y la revista El Hogar. Además, realizó los dibujos de una serie de cuadernos titulados Mujeres de América. En 1937 retomó su participación en el Salón de Rosario, exhibiendo: Desnudo y Autorretrato.
Obtuvo reconocimientos como: Medalla de Oro, Academia Mateo Casella 1904 y Segundo Premio Municipalidad de Buenos Aires 1921.
En 1944 regresó a su ciudad natal para atender a su madre hasta 1949, año de su muerte.
Emilia Bertolé murió dos meses después, con 51 años.
- Atardecer
Aquí estamosTejiendo antiguos sueños.
Ya la tarde ha caído; está azul la ventana
Y hay una fina sombra morada en torno nuestro.
Nos borramos en la hora, amigo mío;
ni tu cálido acento
Logran ahuyentar esta espectral atmósfera
en que, como la luz, nos disolvemos.
Mi cabellera es como un humo pálido
Y humo tus ojos negros.
Somos dos sombras en la sombra, en tanto
Se deshace la rosa del silencio.- Emilia Bertolé
Artículo: Arnoldo Gualino
Historia del Arte en Rosario: arnoldogualino.com.ar
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